Como abogados de separaciones en Zaragoza, sabemos que cuando una pareja decide separarse, los asuntos emocionales suelen acaparar toda la atención. Sin embargo, hay una parte menos visible —aunque igual de importante— que merece cuidado y claridad: el reparto de deudas. No se trata solo de dividir bienes, sino también de asumir responsabilidades económicas que, en muchos casos, han sido compartidas durante años.
Imaginemos una pareja que ha estado junta durante una década. Han comprado una casa, tienen un coche a crédito y quizás varias tarjetas de crédito con saldos pendientes. ¿Qué pasa con todo eso una vez que cada uno decide seguir su camino?
El primer paso es distinguir entre deudas comunes y deudas personales. Las deudas comunes son aquellas contraídas en beneficio de ambos: una hipoteca, un préstamo para el coche familiar, o incluso una tarjeta que se usaba para gastos del hogar. Las personales, en cambio, son aquellas que una de las partes asumió por decisión propia, sin implicar directamente al otro.
Aquí es donde el régimen económico matrimonial juega un papel clave. En los matrimonios bajo régimen de gananciales, todo lo adquirido durante la convivencia —incluidas las deudas— se considera común, salvo excepciones. En separación de bienes, cada uno es responsable de lo suyo, aunque pueden existir deudas solidarias si ambos firmaron como titulares o avalistas.
Pero la parte legal no lo es todo, como bien sabemos los abogados de separaciones en Zaragoza. Muchas parejas, incluso tras la ruptura, buscan acuerdos justos y dialogados. A veces, uno de los dos asume una deuda mayor a cambio de quedarse con un bien; otras veces, se opta por vender lo que se tiene para saldar cuentas y empezar de nuevo sin cargas.
La clave, al final, está en la transparencia. Hablar claro, poner todo sobre la mesa y, si hace falta, recurrir a un mediador o abogado, como los que trabajamos en Palazón Abogados. Porque aunque el amor se termine, la responsabilidad compartida no desaparece de un día para otro. Y cerrar bien esa etapa también es una forma de cuidar el futuro, el propio y el del otro.